Es
importante reconocer que, tanto el marco normativo como los resultados del
debate de la innovación y las buenas prácticas, ofrecen pistas respecto a las transformaciones
sociales, las tendencias y las oportunidades que el contexto ofrece y que
requieren convertirse en desafíos para el desarrollo educativo en el Perú.
La
importancia de la inclusión social, la equidad, la interculturalidad, la
democracia, la ciudadanía, la eficiencia, transparencia y descentralización
para lograr un Estado al servicio de la ciudadanía, es una demanda que empieza
a recrear nuevos escenarios para alcanzar el mayor objetivo de la educación:
“El desarrollo integral de la persona humana”. Esto supone reconocer cuál es el
trasfondo del desafío, planteado ya por la Ley General de Educación: contribuir
con el proceso de formación de personas capaces de lograr su propia realización
y contribuir a superar los desafíos de nuestra visión como país, de una
sociedad más justa e inclusiva, con identidad y capaces de contribuir a un
modelo de desarrollo económico sostenible.
En
este contexto, el proceso innovador (IBPE) se caracteriza por tener como protagonistas
del cambio transformador a actores de la comunidad educativa con competencias
en aumento para la reflexión crítica, para el diálogo y para el ejercicio ciudadano,
articuladas a un objetivo de cambio determinado. Estas características constituyen
elementos fundamentales para lograr una “escuela de futuro”, como la llama Inés
Aguerrondo. Y no solo la escuela como tal, si consideramos los efectos que esta
puede tener en una comunidad, y viceversa.
Por
ello, un proceso orientado a la mejora continua debe promover la convivencia democrática,
la cultura del diálogo y la valoración de la inclusión e interculturalidad, retomando
los enfoques que ya se han mencionado, asociados a procesos innovadores. En
otras palabras, el rol de la IBPE en el marco de estos ideales debe considerar
necesariamente sus características:
• La voluntad reflexiva del cambio, asociado a
los aprendizajes, desde una perspectiva vinculada al desarrollo humano.
Igualmente, la reflexión permanente como un eje transversal que acompaña
cualquier proceso transformador (intencionalidad y reflexión).
• La pertinencia de las decisiones innovadoras. No solo
basadas en intuiciones, sino, en evidencias y datos objetivos, orientados a la
efectividad de resultados de aprendizaje, además de la atención al contexto,
sus necesidades socioculturales y educativas específicas (pertinencia)
considerando la diversidad e inclusión.
• La orientación y observación objetiva de los
efectos a nivel de interaprendizaje y de logro efectivo de objetivos asociados
a los aprendizajes fundamentales, con una mirada a la generación de
condiciones que permitan sostener esos logros (impacto y sostenibilidad).
• Los esfuerzos creativos y participativos para
desarrollar competencias de “ida y vuelta” entre todos los actores
educativos, con miras a favorecer la integralidad de un proceso educativo,
desde su perspectiva humana más amplia (creatividad y participación).
Asumiendo
las cuatro dimensiones de la propuesta de la “Escuela que queremos” u otro modelo
con las mismas orientaciones de desarrollo, podríamos sugerir una vinculación
con el rol de un proceso IBPE considerando sus características, que aunque
transversales, suelen enfatizar algunos aspectos de cada ámbito, más allá de los
contenidos específicos de una experiencia concreta.
A
continuación, presentamos un gráfico que pretende ser una propuesta de vinculación
entre los ámbitos educativos clave y los efectos asociados a los procesos IBPE,
con base en sus características:
Respecto
a cuál es el horizonte y tipo de aprendizajes que requiere el Perú para estar acorde
a los procesos de desarrollo nacional y mundial, el Ministerio de Educación del
Perú ofrece una propuesta para el debate de un nuevo Marco Curricular Nacional,
formulado en su primera versión, el 2013.
Estos
aprendizajes, en la segunda versión de esta propuesta, son planteados de la siguiente
manera:
1. Actuar e interactuar de manera
autónoma para el bienestar.
2. Emprender proyectos para
alcanzar las metas buscadas.
3. Ejercer de manera plena su
ciudadanía.
4. Comunicarse para el desarrollo
personal y la convivencia.
5. Construir y usar la matemática
en (y para) la vida cotidiana, el trabajo, la ciencia y la tecnología.
6. Usar la ciencia y la
tecnología para mejorar la calidad de vida.
7. Expresarse con los lenguajes
del arte y apreciar el arte en su diversidad de manifestaciones.
8. Valorar y utilizar las
posibilidades expresivas del cuerpo en movimiento con autonomía, desarrollando
un estilo de vida activo y saludable a través del juego, la recreación, la
actividad física y el deporte en relación con los demás.
Estos
ocho aprendizajes fundamentales responden a uno de los aspectos centrales de la
problemática educativa en un contexto social, cultural y económico en constante
cambio que demanda a los ciudadanos la capacidad de adaptarse constantemente y
de actuar sobre su realidad de manera crítica, creativa y constructiva. Se
trata de aprendizajes para la vida, de aprendizajes que desatan
potencialidades, no solo para las propias personas en sus ejes individuales,
sino también en sus procesos de inserción social, y por tanto, para el
desarrollo humano en su conjunto.
Respecto
al alcance y vigencia de esta propuesta, en el marco de las innovaciones y las
buenas prácticas educativas, en sus diferentes niveles, dimensiones y ámbitos, es
importante señalar que su orientación no debería estar centrada solo en la experiencia
de un docente en el aula, sino a cualquier experiencia vinculada a educación,
colectiva o individual.
En
el ámbito de la gestión, por ejemplo, también se considera esta orientación transversal
hacia los aprendizajes fundamentales desde la innovación y las buenas prácticas,
en la medida que la orientación principal del liderazgo del directivo de una institución
educativa tiene la característica de ser transformacional y especialmente centrada
en el rol pedagógico. El Marco de buen desempeño del directivo orienta los dominios,
competencias y desempeños en este sentido, en la línea de lo propuesto por el
PESEM en el ámbito de la gestión: “Que las instituciones educativas asuman la responsabilidad
de gestionar el cambio de los procesos pedagógicos, centrando a toda la
organización en los aprendizajes”. Esta premisa también se aplica a la gestión educativa
democrática y transparente de las instancias descentralizadas, según se ha referido
en la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
Otros
elementos que respaldan la importancia de la vinculación de un proceso IBPE con
los aprendizajes, podrían ser los siguientes:
• La interacción de aprendizajes entre los actores
educativos,
desde la perspectiva del colectivo y de la visión integradora, holística: en la
línea del paradigma expresado en el PEN, de “convertir cada centro educativo en
un espacio de aprendizaje auténtico y pertinente, de creatividad e innovación y
de integración en una convivencia respetuosa y responsable en el ejercicio de
deberes y derechos” (Concejo Nacional de Educación, 2007, p. 21), la reflexión
en torno a los criterios del marco de IBPE ha considerado la interacción de
aprendizajes como un aspecto que asegura procesos sólidos de desarrollo,
abiertos a la reflexión, a la generación de conocimientos, a la posibilidad de
promover aprendizajes significativos, en la línea con la exigencia del entorno.
• Las condiciones que ofrecen los procesos de cambio, vigilados
desde la mirada de los criterios de la innovación y las buenas prácticas que
ofrecen pistas para descubrir procesos sólidos que evolucionan en una lógica
espiral. Estas condiciones están vinculadas con el contexto como un factor
determinante tanto del proceso innovador como de sus resultados, en el que
intervienen múltiples responsabilidades y actores.
• La redefinición del triángulo didáctico8: esta es una
propuesta de Aguerrondo (2009) que coloca al centro de una experiencia
innovadora el conocimiento y el proceso pedagógico del docente con el
estudiante como eje central. Este conocimiento que genera un proceso de buena
práctica o de innovación debería provocar la formación de nuevos aprendizajes,
de aquellos que integran el saber con el hacer, más allá del saber tradicional.
Fuente: Marco de la Innovación y Buenas Prácticas Educativas
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